Cuando lo tradicional es moderno: las bellas viviendas sociales que recuperan la piedra 'marès'

El Instituto Balear de la Vivienda vuelve a demostrar que es posible crear viviendas sociales bellas, funcionales y sostenibles honrando la arquitectura tradicional de las islas y sus materiales autóctonos. 
Cuando lo tradicional es moderno las bellas viviendas sociales que recuperan la piedra 'marès'
José Hevia

En España, un país con un parque de viviendas sociales de fama ‘relativa’ y realmente reducido en comparación con nuestros vecinos europeos, es refrescante saber que existen organismos como IBAVI. El Instituto Balear de la Vivienda, con Carles Oliver Barceló, Olvido Terrassa y Cristina Ballester al frente, se afana en demostrar que se pueden crear auténticas obras de arte tan funcionales como bellas con un presupuesto bajo. Es más, incluso logra que sean sostenibles.

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¿Su estrategia? Volver la vista hacia los materiales y las técnicas tradicionales, esas que dan sentido al paisaje y la historia de un lugar, esas que nunca se debieron perder. En este caso, para la construcción de ocho Viviendas de Protección Pública en Palma en régimen de alquiler, el IBAVI se centra en la piedra marès. Se trata de un tipo de arenisca muy abundante en la zona y presente en la isla tanto en la arquitectura vernácula como en la institucional, por lo que es un material de bajo impacto ecológico.

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“Se han documentado más de 1.600 canteras de piedra arenisca inactivas, pero hoy en día, solo quedan una docena activas, y se encuentran en peligro de extinción si no se toman medidas adecuadas por parte de la administración y cambian los hábitos de consumo en la construcción local”, explican desde el organismo.

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Viviendas flexibles para usos a medida

Una de las características más llamativas de esta construcción son sus bóvedas y arcos, que configuran unos majestuosos volúmenes arquitectónicos de cierto aire histórico pese a tratarse de un edificio nuevo.

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Así, en la planta baja, las bóvedas de cañón se soportan sobre pilastras de marès, entre cuyos espacios libres se alojan cocinas, despensas, armarios, festejadors y accesos. “Los festejadors son espacios situados en la parte interior de una ventana para sentarse y conversar”, explican desde el IBAVI. “Hasta mediados del siglo XX, en Mallorca, eran el lugar en que se desarrollaba el cortejo, bajo la atenta mirada de madres y abuelas”, recuerdan.

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Curiosamente, los baños se colocan en el centro de la vivienda, organizando los recorridos a su alrededor. Además, la división entre los dormitorios se plantea de madera (reciclada). De esta manera, resulta flexible, pues posibilita que pueda desmontarse con facilidad para crear nuevas distribuciones si así fueran necesarias, como ocurre en las bofællesskab danesas.

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Construcciones pasivas… y ‘empoderadoras’

La primera planta del edificio que alberga estas 19 VPP destaca por una estructura triangular sobre la que se apoyan tableros de madera maciza de encofrar reutilizados. Para el aislamiento se utiliza hoja muerta de posidonia oceánica seca, procedente de cala Estancia, a 11 kilómetros de la obra. “Utilizar las hojas muertas de posidonia secadas al sol como material de construcción relaciona nuestro habitar con los ecosistemas circundantes”, explican desde el IBAVI. Asimismo, resulta una solución eficiente y responsable con el medio ambiente.

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La cubierta inclinada del edificio, por su parte, se resuelve mediante teja cerámica árabe tradicional fabricada con energías renovables. Además, está hecha de manera que pueda captar el agua de lluvia, que se almacena en sendos depósitos para el riego de las plantas y árboles del jardín circundante.

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Así, toda la construcción está diseñada con soluciones pasivas: por ejemplo, para activar la inercia y regular la elevada humedad de las Islas Baleares (por encima del 70% de media), se dejan vistos los materiales higrotérmicos que conforman la estructura. Además, se hace uso de la ventilación cruzada, que aprovecha la brisa marina (embat) para refrescar las estancias.

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Todos estos esfuerzos en materia de eficiencia representan “una apuesta radical por la recuperación de la eficacia y de los valores constructivos tradicionales, por el uso de los materiales locales y también por el reciclaje como medios para conseguir una arquitectura con un alto nivel de sostenibilidad”. Así lo estableció el jurado del premio ‘Ciutat de Palma Guillem Sagrera de Arquitectura 2022’, con el que fue galardonado el edificio a principios de este año. 

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Entre esos valores tradicionales destaca, además, otro algo más inesperado: “La obra ha sido ejecutada por un solo grupo de cuatro albañiles", explican desde el IBAVI, señalando un hecho propio de otros tiempos. "Han realizado la mayor parte de la misma, desde la cimentación hasta los tejados -a excepción de las instalaciones, carpinterías y cerrajería- ejerciendo el verdadero oficio de albañil. Gracias a ello, sienten suyo el edificio; lo han hecho con sus manos”, culminan.

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