Ciencia

Coto al comercio de marfil, el 'oro blanco'

BIODIVERSIDAD

China sigue siendo clave para la supervivencia del elefante africano
OKUDA

A escasos metros de los rascacielos más espigados de Hong Kong, las estrechas calles del barrio de Sheung Wang llevan décadas acogiendo algunos de los comercios dedicados a la venta de marfil con mayor renombre de todo el continente asiático. En sus vitrinas, figurillas de buda, representaciones de animales o cuernos de una pieza tallados con motivos vegetales hacen las delicias de los amantes del conocido como "oro blanco", un comercio al que defensores del medio ambiente acusan de conducir hacia la extinción de los paquidermos.

Por ese motivo, el pasado 31 de enero, decenas de activistas recibieron con regocijo la resolución del Parlamento local de vetar por completo el comercio de este material para 2021. "La prohibición de su venta, junto a la existencia de penas más severas, muestra un claro compromiso con el futuro de los elefantes africanos. Esto ayudará a frenar el descenso de sus poblaciones, mermadas por la caza furtiva y el tráfico ilegal de marfil", aseguró ese día Cheryl Lo, responsable del programa de lucha contra el tráfico de vida salvaje de WWF en este territorio semiautónomo perteneciente a China.

No en vano, la medida se anunció tan sólo un mes después de que China, el mayor consumidor de marfil de todo el mundo, pusiera punto y final a esta actividad tras cerrar los 105 talleres y lugares de venta al por menor que quedaban en todo el país, honrando así el compromiso que el presidente Xi Jinping adquirió con su homólogo estadounidense, Barack Obama, en 2015.

"El anuncio de estas dos prohibiciones es la mejor noticia que los elefantes han recibido en los últimos 20 años. Sirve para darles esperanzas", señaló a este diario Andrea Crosta, cofundador de la Elephant Action League. "China es el primer comprador global y Hong Kong es uno de los mayores mercados minoristas cuyo sector legal se utiliza para encubrir otro ilegal. Con sus cierres, acabamos con el principal mercado y el de su primer suministrador", añadió.

Aunque los orígenes de la talla de marfil en China se remontan varias centurias en el tiempo, su comercio se circunscribía a la corte imperial y al funcionariado de élite, y tan sólo representaba una pequeña porción del sector mundial. De hecho, su papel no fue relevante en las matanzas masivas de elefantes cometidas en los siglos XIX y XX a manos de las potencias coloniales europeas y luego de los empresarios norteamericanos, que provocaron que la población total pasara de 20 millones de ejemplares en el año 1800 a tan sólo dos en 1960.

El 'boom' del marfil

Pese al respiro que supuso la prohibición internacional de marfil aprobada en 1989 por la Convención sobre el Comercio de Especies Salvajes Amenazadas (CITES), la posterior irrupción de China como una gran potencia económica convirtió a este pequeño arte en una industria al por mayor. Visto como un bello símbolo con el que alardear del éxito profesional o ser el regalo perfecto para ganar el favor de algún oficial corrupto, su comercio se ha disparado en este milenio en el Imperio del Centro hasta copar el 70% de la demanda global.

Este boom, aprovechado por las mafias dedicadas a la explotación de los animales salvajes, llevó a que África perdiera un 30% de su población de estos mamíferos en tan sólo siete años. Según el Gran Censo de Elefantes presentado en 2016 durante el Congreso Mundial para la Conservación de Honolulú (Hawai), en 2014 se contabilizaron un total de 352.271 ejemplares africanos en 18 países, unos 144.000 menos que los que había en 2007, lo que se traducía en una reducción de la población a un vertiginoso ritmo del 8% anual.

Prohibición en China

En este contexto, el Gobierno chino, acusado en el pasado de ignorar deliberadamente el papel de su país en el tráfico ilegal de marfil, anunció a finales de 2016 que pondría fin al comercio y procesamiento de marfil en 2017 de manera gradual, algo que cumplió. "Los elefantes se beneficiaron de la mayor y más duradera campaña de apoyo a favor de un animal que jamás se haya visto en el mundo, con ONGs, diplomáticos y figuras de la talla de Obama o el príncipe Guillermo de Inglaterra presionando a Pekín para que acabaran con una industria pequeña pero de gran impacto global. Además de para luchar contra la corrupción, la cerraron por una cuestión de prestigio y relaciones públicas", dijo un Crosta que señaló que hay otros animales gravemente amenazados como el rinoceronte, el tigre o el pangolín que no están gozando del mismo nivel de protección por parte de Pekín.

Menos caza furtiva

Con aquel anuncio ya sobre la mesa, CITES asegura que, en los últimos años, los niveles de caza furtiva parecen haber disminuido levemente y que las autoridades de muchos países están haciendo mayores esfuerzos por aplicar la ley, lo que se ha traducido en una cantidad récord de incautaciones en el último año. Además, resulta alentador que la prohibición en China haya provocado el pinchazo de la burbuja especulativa que contribuyó a la crisis de la caza furtiva, provocando una bajada de los precios al por mayor del marfil de unos dos tercios en los últimos tres años (de 2.100 dólares por kilogramo en 2014 a 730 dólares en 2017).

Pero pese a estos datos y a las prohibiciones dictadas recientemente, ningún especialista cree que la supervivencia de los elefantes esté garantizada. "Es un buen comienzo, pero los niveles de caza furtiva actual son insostenibles", confirmó a El Mundo Alex Hofford, de la organización Wildlife.

La población china desconoce las consecuencias

Buena razón de que las muertes continúen está en que una parte de la población china que sigue sin ser consciente de las consecuencias que tiene el comercio de marfil para el medio ambiente -o si lo sabe, no le importa- y sigue buscando fuentes alternativas a su mercado nacional para hacerse con él. "El gran problema ahora son los países del Sudeste Asiático, que ya eran los puntos de tránsito más importantes antes de llegar a China", detalló Crosta. "Están Camboya, Birmania o Tailandia. Pero nos preocupan particularmente Vietnam y Laos, donde las autoridades hacen muy poco para frenarlo y vemos que cada vez van más chinos a comprar a precios más bajos que en casa".

Hofford coincide en su análisis e incide en el rol de Laos, que en los últimos informes ha sido nombrado como el mercado de marfil de mayor crecimiento de todo el mundo. "Aquello es un desastre, un agujero negro. Es la República Democrática del Congo de Asia", afirma sobre este país comunista donde las mafias locales trafican con animales o sus partes con total impunidad. Además, lo añade a la lista a Japón. "Es el mercado legal más grande que queda abierto por ahora, lo que da pie a que pueda existir otro ilegal a su amparo. Nuestros esfuerzos se centran ahora en lograr su cierre", apunta.

Todos los entrevistados coinciden en que todavía es demasiado pronto para poder observar el impacto de las recientes prohibiciones sobre los elefantes africanos, y que habrá que analizar con atención los datos de los próximos años para sacar las primeras conclusiones. Mientras tanto, en el aire quedan cuestiones como la de cómo acabar con el mercado negro, saber qué sucederá con las 1.000 toneladas de marfil ilegal que Elephan Action League estima que hay ahora mismo en China o qué pasará con el producto legal que quede en Hong Kong después de 2021. Pero sobre todo, queda pendiente el cómo ganar definitivamente para la causa del elefante al consumidor, algo para lo que es primordial convencer a los jóvenes. "Si no reducimos la demanda, será muy difícil contener la caza furtiva y el tráfico ilegal. Necesitamos que las nuevas generaciones estén de nuestro lado", afirmó Crosta.