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El día en que abrazamos a Antonio Machado

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Retrato de Antonio Machado en el Café de las Salesas de Madrid,...
Retrato de Antonio Machado en el Café de las Salesas de Madrid, realizado por Alfonso.

Este va a ser el "Año Antonio Machado", escribía E. Córdoba en el periódico clandestino El Socialista Español editado en París al poco del exitoso homenaje al poeta en Colliure (Francia), el 22 de febrero de 1959. Tenía motivos para su euforia el articulista porque el vigésimo aniversario de la muerte del sevillano en ese pueblecito costero francés motivó un fastuoso despliegue de actividades que configuran lo que muchos consideramos la más aparatosa manipulación político-literaria de nuestra historia contemporánea.

Se prepararon cuatro homenajes públicos colectivos. Del proyectado en Baeza nada cierto se sabe, y es de suponer que fue cercenado. El más notorio y de amplia repercusión internacional, sobre todo en Francia y en el exilio español en Hispanoamérica, tuvo lugar en la pequeña localidad rosellonense donde el poeta falleció. El bregado conspirador Ignacio Iglesias aseguraba en la revista Cuadernos del antifranquista Congreso por la Libertad de la Cultura (más tarde se supo que el organismo estaba financiado por la CIA) que se había tratado de un movimiento popular. Nada más lejos de la verdad. Lo convocó un manifiesto de relumbrón suscrito, entre otros, por Louis Aragon, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Malraux, Mauriac, Sartre, Tristan Tzara y Picasso, quien además dibujó una tarjeta y un cartel. Fueron muñidores del acto Juan Goytisolo, por encomienda de sus amigos del PCE (él era compañero de viaje, no militante) y la animosa periodista exilada en Francia, Helena de la Souchère. Se ha atribuido a los comunistas el mérito fundamental del encuentro, pero también intervinieron en imprecisa medida el disidente Dionisio Ridruejo desde Madrid y la gente del Congreso prodemócrata parisino. El gran ausente en estos trámites fue un PSOE ensimismado y alicaído.

Carlos Barral, Jose Manuel Caballero Bonald, Luis Marquesán, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Joan Ferraté en Colliure, ante la tumba de Antonio Machado, en febrero de 1959.
Carlos Barral, Jose Manuel Caballero Bonald, Luis Marquesán, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Joan Ferraté en Colliure, ante la tumba de Antonio Machado, en febrero de 1959.

A Colliure llegaron desde España y el país vecino varios centenares de personas. Una foto famosa reunió al grupo poético realista del medio siglo: posan Gil de Biedma, Costafreda, Barral y Caballero Bonald, Blas de Otero, J.A. Goytisolo, Ángel González y J.A. Valente, más el cineasta Alfredo Castellón, cuya figura se suele amputar. Alguien creyó ver a Carrillo. Hubo discursos de matiz político y un ambiente reivindicativo y festivo. Esta cita resultó trascendental para nuestras letras. Allí Barral tuvo la mítica visión que le impulsó a convertirse en el editor por antonomasia de la literatura joven y comprometida nacional. Allí Castellet dio luz verde definitiva a la antología Veinte años de poesía española que, bajo la advocación de Machado, condenaba el simbolismo, ninguneaba a Juan Ramón y dictaminaba el realismo como único enfoque literario legítimo.

No todo el que hubiera querido asistir pudo hacerlo (un escritor social emblemático, López Pacheco, no logró el pasaporte) y a ellos se les animaba a acudir a Segovia en un manifiesto con un centenar de prestigiosas firmas de diversas ideologías encabezado por Menéndez Pidal. También es incierta la organización del homenaje. En Segovia se ocuparon de gestionarlo el pintor Jesús de la Torre y el poeta Martínez Drake, ambos antifranquistas, a requerimiento del consagrado comunista Díaz Caneja. Entre bambalinas, impulsó el acto Ridruejo. Los artistas segovianos consiguieron autorización con condiciones del Gobernador Civil, nada menos que el héroe del Alcázar Andrés Marín.

A Segovia se desplazaron también varios centenares de personas. En tren fue Juan Eduardo Zúñiga con unos cuantos amigos cuyos nombres no recuerda, entre los cuales seguro que su íntimo Antonio Ferres. Estuvieron Buero, Marías, Aranguren, Sastre, Lauro Olmo, Julio Cerón, Raúl Morodo (a título personal, no en representación de su jefe Tierno Galván)... Y militantes comunistas, entre ellos Sánchez Dragó, quien recuerda un detalle significativo de las pugnas ideológicas que subyacían en estas celebraciones: "Acabamos comiendo cochinillo en un mesón" en el que "se formaron, en distintas mesas, dos cotarros muy diferentes, el del PC y el de los felipistas o futuros felipistas".

El gentío se aglomeró ante la casa donde había vivido el poeta y en el patio hubo breves discursos prudentes (o temerosos) de Ridruejo y Laín

El gentío se aglomeró ante la casa donde había vivido el poeta y en el patio hubo breves discursos prudentes (o temerosos) de Ridruejo y Laín. Gabriel Celaya escribió varias crónicas hiperbólicas de la jornada. Por su parte El Adelantado de Segovia dejó a la posteridad una lección magistral de rigor informativo. Una ciudad pequeña y recoleta se ve asaltada por una multitud sospechosa, el gobierno mandó "secretas", los "grises" vigilaban las calles, los falangistas provocaron alborotos..., y el periódico local no le dedicó al acontecimiento ni una sola línea. Eso sí, en un recuadro informó del homenaje habido en Soria.

En efecto, una cuarta celebración se desarrolló en la ciudad del alto llano numantino. Visto lo que se avecinaba, el Gobierno improvisó una contraprogramación a la izquierda. La sesión se celebró en el cine Ideal con tal éxito que tuvieron que instalar altavoces en la calle. Claro, el director general de Prensa, Adolfo Muñoz Alonso, sacó a los estudiantes de los colegios mayores madrileños, les puso autobuses y les pagó buenos bocadillos. La parte fuerte del acto fue el discurso del veterano camisa vieja Muñoz Alonso y leyeron versos los poetas del oficialismo lírico Salvador Jiménez, Pérez Valiente, M. Alcántara, Rafael Morales y Luis López Anglada. Aquí estuvo el falangista Carlos Vélez, que tuvo problemas en la revista crítica del SEU Acento Cultural por el número inmediato dedicado a don Antonio. Dámaso Santos glosó el acierto de la jornada en el vespertino de los sindicatos, Pueblo. En Soria se recordó al Machado esencial, lírico, paisajista, enamorado, descomprometido. Algo así como una vuelta al hombre bueno, equivocado y políticamente confundido del antiguo Ridruejo.

Otras actividades hicieron bueno el "Año Machado". La Universidad Central celebró el 3 de marzo un multitudinario homenaje estudiantil inducido por el Comité Central del PCE desde París. Lo jaleó el clandestino Mundo Obrero. Tibio recibimiento de José Hierro y Ángela Figuera y apoteósica acogida con ovación y vuelta al ruedo de Celaya. La Sorbona le dedicó en marzo un acto solemne con intervención de Blas de Otero. Otro el Colegio de México de París en el que se leyó el texto enviado por el Nobel François Mauriac, en el que se arrepentía de su neutralidad en la guerra civil española, debida a sus convicciones católicas. Radio París se ocupó repetidas veces de Machado a lo largo del mes por la mediación del compositor Salvador Bacarisse, empleado de la emisora y propagandista del PCE.

Hubo también prolífica actividad editorial en homenaje a don Antonio: los Cuadernos del Congreso, la portorriqueña y académica La Torre, el mexicano Boletín de Información, la madrileña y profesoral Ínsula o la malagueña y lírica Caracola. Y de las efemérides surgió una hermosura bibliográfica que publicó Ruedo Ibérico, Versos para Antonio Machado, con la falange lírica (los habituales) y plástica (Manolo Millares, Zamorano, Arturo Martínez u Ortiz Valiente) de comunistas y compañeros de viaje.

"Año Machado" fue el 59, pero qué Machado. El Machado realista, modelo de sencillez expresiva, ejemplo cívico, guía, amigo, casi padre, consuelo en la desdicha ("¡es tan triste // estar solo en la cárcel sin Machado!", había escrito López Pacheco). Se privilegió la imagen de un personaje emblemático, de memorable lealtad republicana, por encima de su poesía. Como "el poeta de la Segunda República" lo encumbraba el falangista Luis Felipe Vivanco, mudado en detractor de la dictadura. Se lo convirtió en "poeta del pueblo" (no popular, que también). El Partido Comunista había lanzado en junio de 1956 su proclama "Por la reconciliación nacional" y encontró en Machado el símbolo perfecto para encarnar la nueva doctrina. Por ello, lo instrumentalizó. Aunque no faltaran admiraciones sinceras hacia el autor de Campos de Castilla en algunos, no en todos, los protagonistas de la confabulación, en aquellas fechas interesaba poner el estandarte político por encima del poeta.

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