Una casa elegante y de gusto elevado en El Escorial con biombos, bustos y animal print
“La verdad es que tiene mucho de mí”, admite Pete Bermejo sobre este proyecto en San Lorenzo de El Escorial. Basta con dar un paseo por cualquiera de sus estancias para ver el sello inconfundible que el decorador y estilista extremeño lleva años cultivando en las páginas de esta revista.
Antigüedades españolas y francesas seleccionadas con acierto, tapicerías que destacan, retratos antiguos, escayolas neoclásicas... “La propietaria vino directamente con referencias de mis trabajos y, aunque no sabría ponerle un nombre a lo que buscaba, me di cuenta de que le apetecía comprar en anticuarios, a la vez que quería una casa de campo calmada pero elegante”, explica Pete.
La importancia de dejarse asesorar
El decorador aprovechó las hechuras clásicas de la construcción de los años 40, con puertas en forma de arco que apenas se habían modificado, para desarrollar en sus 140m2 toda su sabiduría, al mismo tiempo que respetaba los deseos de los clientes, un matrimonio formado por una abogada y un ejecutivo de Madrid que no querían "nada de diseño actual”.
Junto a ella comenzó una labor de búsqueda y captura de pequeñas joyas por sus tiendas de antigüedades y vintage predilectas de la capital, como Carina Casanovas, Helena Egea, El 8 o La Europea. “La verdad es que fue todo un lujo, porque se dejaba asesorar y confiaba en mí. Poco a poco, fuimos creando un aire como de mansión francesa, pero con ese giro un poco atrevido que me gusta dar a mí”, resalta Bermejo.
Toque de autor
Uno de los toques más llamativos se puede ver en el saloncito privado, pensado para la madre del propietario y que se aísla del resto de la casa gracias a unas puertas correderas, donde se añadieron unas vistosas telas y cojines animal print. “Creo que es mi rincón favorito: me gusta mucho la mezcla de todos esos textiles de leopardo con cosas muy distintas, como los animales disecados o los retratos”.
Además, en el resto de la vivienda fue dejando pistas de su estilo a través de algunos de sus fetiches: el uso de biombos (“siempre me han parecido elegantes y sirven para separar ambientes o colgar de la pared. ¡No entiendo por qué ya no se usan!”), esculturas y bustos (“es algo que eleva, especialmente espacios como la cocina o el baño”), la mezcla de retratos antiguos y contemporáneos o la cerámica de Manises.
Es muy suyo.