MADRID

Plaza Elíptica, la 'zona cero' de la contaminación en Madrid

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Seis avenidas y un túnel de la A-42 atraviesan este enclave ubicado entre Carabanchel y Usera

Ana camina con una mascarilla que le cubre completamente la nariz y la boca. Tiene bronquitis crónica, de tipo vírico, y por recomendación médica lleva una semana con este complemento, cada vez más habitual en las grandes ciudades debido a la contaminación. "Que llueva, pero a cántaros, y se limpie la atmósfera y toda la mierda que hay", clamaba ayer antes de atravesar la plaza Fernández Ladreda, donde se ubica el intercambiador de Plaza Elíptica, la zona cero de la polución en la capital.

A las seis avenidas que atraviesan la plaza, hay que sumar el túnel de la A-42. Este enclave forma un nudo de transportes que soporta una cantidad de tráfico rodado entre los distritos de Carabanchel y Usera. La presencia de una gasolinera deja constancia de que esta zona es territorio de tráfico privado, pese a que en el intercambiador confluyan autobuses urbanos y regionales y dos líneas de Metro.

Por estos motivos, la estación de medición del aire que hay en este punto suele encabezar los ránkings de las más contaminadas. Desde hace siete años, cuando comenzó el actual dispositivo de 24 estaciones, la de Fernández Ladrera ha tenido uno de los peores registros.

En concreto fue la primera de la lista entre 2010 y 2015 y bajó a la segunda posición, sólo superada por la de Escuelas Aguirre, en el distrito de Retiro, el año pasado. Este año parece que también quedará en segunda posición, aunque liderando, para desgracia de los vecinos, otros baremos.

En el del valor medio de microgramos de dióxido de nitrógeno (NO2) por metro cúbico está situada, con 57, muy cerca de los 61 de Escuelas Aguirre. Aunque en el indicador de número de horas en las que se ha sobrepasado el valor límite que marca la legislación de 200 microgramos por metro cúbico, Fernández Ladrera no tiene rival: este martes, con 69 horas, sobrepasaba ya holgadamente las 39 que comparten la estación de Ramón y Cajal y la citada de Escuelas Aguirre.

El medidor de la contaminación del aire que hay en la plaza de esta zona humilde pasa casi inadvertido, a la entrada del parque Emperatriz María de Austria. Ayer era día de mercadillo y en las inmediaciones de esta caseta verde había decenas de personas haciendo la compra, pero pocas parecían saber que se encontraban en el punto más negro de la muy contaminada Villa de Madrid.

Ainhoa y Marion, dos chicas jóvenes del barrio, desconocían esta circunstancia, aunque, como la primera de ellas aseguró que no le extrañaba "con todo el tráfico que hay aquí". Pese a ello, decía no notar un alto índice de polución respecto al resto de la ciudad.

Marion, por su parte, tampoco notaba nada in situ, si bien, cuando vuelve de trabajar de «las afueras» ve «que todo está negro». La famosa y nada simpática boina que cubre el cielo madrileño. Marion aseguraba que "si fuese beneficioso y saliese rentable" no le importaría dejar el coche en casa y desplazarse en transporte público.

Eugenia y Pilar, dos señoras, hacían lo propio y esperaban al autobús en una marquesina. La primera tampoco sabía que aquí se contribuye generosamente a agrandar la boina, aunque la segunda afirmaba que conocía el dato "desde hace años". "A título personal, será que mi cuerpo se ha acostumbrado a la contaminación, pero no tengo molestias en los ojos ni nada particular", decía Eugenia, mientras Pilar replicaba: "Sí que he notado el picor en los ojos, porque cuando voy fuera no lo noto y aquí sí". "Sería una solución que la gente cogiera más el Metro", sentenciaba esta última, no sin antes pedir "que llueva", un mantra que repetían la mayoría de vecinos consultados.

Como si desde lo más alto se hubiese tomado nota, las previsiones meteorológicas anunciaron ayer la llegada de una borrasca para hoy, por lo que se podrá poner fin al episodio de alta contaminación y reducir las medidas contra las concentraciones de NO2 que el Ayuntamiento ha puesto en marcha durante la última semana. Hoy las restricciones se reducen a no poder circular a más de 70 kilómetros por hora por la M-30 y sus accesos.

¿Y más allá de la M-30? Pues nada. Ningún escenario, ni el 4, el más restrictivo, contempla ninguna medida más allá del perímetro de esta vía de circulación, por lo que Usera, Carabanchel y otros distritos de la periferia quedan exentos de cualquier tipo de actuación. Ya a comienzos de año, la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) calificaba en un comunicado al actual protocolo anticontaminación como "imprescindible, pero insuficiente", por lo que pedía que el Consistorio "además de impulsar medidas estructurales, diseñe y aplique otras urgentes en aquellas zonas que, situadas fuera de la almendra central, sufren a diario niveles elevados de contaminación atmosférica".

Una situación que no le va nada bien a la salud de Julián. "Vivo cerquita de Plaza Elíptica, en Rafael Ibarra y claro que se nota la contaminación. Y más yo, que tengo algo del corazón. Se puede uno asfixiar y esto es fatal. A mí que ando, parece que me canso. Me falta la respiración. Los catarros no se quitan, es terrible", lamentaba el jubilado, que veía "muy, muy difícil" arreglar el problema del tráfico.

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