Una casa pasiva en Ibiza donde el exterior se cuela en el interior (y reinan la luz y el agua)

“El abrazo”. Ese es el nombre que los propietarios de esta casa en Ibiza le han puesto a su nuevo hogar. Diseñada con una arquitectura contemporánea pero cálida, cada elemento de la construcción se ha concebido para recibir al visitante y acogerlo en su oasis particular.

La construcción está ubicada en el popular pueblo de Santa Gertrudis, en el corazón de la Isla Blanca. Una de esas localidades de las baleares que no solo vibran con la vida de la calle en verano. Si paseas por sus calles, descubrirás una sucesión de casonas blancas y amarillas. Finalmente te encontrarás con una que, sin salirse de la nota nívea, se desmarca de sus compañeras. Será El abrazo (o, por su nombre oficial, La casa de los tres árboles).

Cuando el propietario del terreno contactó con el estudio Gallardo Llopis, los arquitectos descubrieron que contaban con 700 metros cuadrados de terreno, pero muy poco espacio de alzado. El reto era aprovechar esa parcela tan rectangular para crear una composición volumétrica en ella y hacer que los espacios fluyeran.

Un juego de interiores y exteriores

Aprovechando el vial lateral que acompañaba la parcela, el estudio lo solucionó planteando una planta en la que la zona exterior se colara continuamente en el interior. Toda la zona de día interior se turna con patios en los que se alzan los tres árboles que dan nombre a esta casa de Ibiza: un ciprés, un sauce y, por supuesto, un olivo. Alrededor de ellos se reparte el espacio de la vivienda, “en un abrazo de la arquitectura”, como aseguran en el estudio. Marcando la estructura, muros de hormigón y mampostería se han combinado con amplios ventanales que crean un espacio abierto ya no solo a todas las estancias de la zona de día, sino también al exterior. 

“Este diseño no solo favorece una sensación de amplitud y armonía”, nos explica Carlos Gallardo, “La casa tiene 700 metros de parcela, y con esta solución podemos disfrutarla en todos los sentidos”.

También tiene sentido desde un punto de vista energético. Estos patios favorecen la posibilidad de crear una ventilación cruzada que atraviese toda la casa, y aprovechan la luz a todas las horas del día. Además de su trazado, la casa cuenta con varios sistemas pasivos, como un sistema de aislamiento en el exterior y sistemas de aerotermia que aprovechan el poder del calor del aire para producir la energía de la que parten el agua caliente y el suelo radiante. Otro elemento que contribuye a la eficiencia de la construcción son sus voladizos. Estas estructuras metálicas nos acompañan desde la misma entrada a la propiedad facilitando espacios de sombra. Con su ligereza consiguen lo imposible: que una casa de hormigón armado parezca liviana. 

En la planta superior, cuatro dormitorios, tres de ellos en suite, y un despacho se abren a la arquitectura exterior a través de la amplitud de sus terrazas. En el sótano se ubican el garaje y una zona de ocio y yoga.

Además de la luz que inunda la propiedad a través de los ventanales, el otro gran protagonista es el agua. A lo largo de la parcela se ha colocado una lengua de agua que desemboca en el patio trasero. “De esta manera, guiamos y acompañamos al usuario a través de los sentidos: el olfato, el sonido, el tacto, a través del frescor que se genera en verano…”, relata el araquitecto.

 En la zona posterior de la casa, esta lengua encuentra su réplica a escala en la piscina. La piscina, a su vez, comunica con la cocina, de forma que queda redondeado el abrazo con el que esta casa de Ibiza recibe amorosamente a sus visitantes.

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