La CASA renovada de María Santos en Madrid

La interiorista María Santos tiró abajo este piso en Madrid para hacer de él su casa familiar. Una restauración complicada y laboriosa con un resultado de final feliz y espacios acogedores que rebosan diseño.
La CASA renovada de María Santos en Madrid
© Montse Garriga / Estilismo: Bea Aparicio

Aunque ahora todo respire calma en esta casa en Madrid, su hacedora y propietaria, la interiorista María Santos (AD100), confiesa que recuerda el proceso hasta llegar a esto con estrés. Ya se sabe que en casa de herrero, cuchillo de palo, y María, embarazadísima y ocupadísima con todos los proyectos de su estudio, fue dejando lo suyo para el final. Lo único bueno es que vivía en el mismo rellano, justo en la puerta de enfrente. “Todas las mañanas uno de los oficios llamaba a mi puerta: ‘Tengo una pregunta, ¿me puedes invitar a un café?’. Luego pasaba yo con el bebé en brazos”, recuerda. 

© Montse Garriga / Estilismo: Bea Aparicio

Llevaba ya 15 años viviendo en este edificio más que centenario del barrio de Salamanca. Conocía a la señora que vivía en la que ahora es su casa y, tras morir esta y llevar varios años vacía, logró comprarla a su heredero hace año y medio. Mantuvo intacta la distribución de la parte noble, el salón sigue teniendo esa función, con un comedor y una salita a cada lado que antes eran dos dormitorios. “Conservamos todos los elementos originales, suelos, escayolas, puertas...”, cuenta. 

En cambio, en la parte trasera, que da a uno de esos patios gloriosos del distrito, derribó paredes para hacer una cocina en un vestidor, nuevos baños y dormitorios. Aquí también pudo restaurar los hidraúlicos originales. Recuerda que fue una reforma complicada. “Al ser una casa tan antigua, los tabiques no son de ladrillo sino de A adobe, que se deshace al hacer rozas y teníamos que cambiar todas las instalaciones. Tuvimos que tener muchísimo cuidado, trasdosar paredes con paneles para cablear por ahí. Intentamos no perder molduras... Mantener siempre es complicado”, explica. También se quedaron donde estaban las viejas chimeneas de mármol. “Pero no funcionan, los vecinos fueron cortando los tiros”. 

© Montse Garriga / Estilismo: Bea Aparicio

Como es habitual en sus proyectos, María pintó todo de blanco subido, incluidas las carpinterías. “Es cierto, tiendo a poner poco color y papel, me da calma”, admite. También reconoce que a pesar de ser una mudanza bien sencilla, apenas unos metros, no ha reutilizado casi ningún mueble. “Solo el sofá de la salita; tengo una nave con piezas que voy comprando para mis trabajos y de ahí han salido todos. Cambio mucho porque las vendo. Las butacas verde lima las tenía de hace tiempo y no le encajaban a nadie, ahora mi marido dice que no van a salir nunca de aquí, aunque que me preguntan mucho por ellas”. 

¿El mayor acierto de la casa? “La distribución, comodísima y casi sin pasillo, que en las casas antiguas de este barrio son terribles, aprovechamos toda la luz, que es mucha”. ¿Y algo de lo que se arrepienta? “De las moquetas blancas que puse, llevamos muy poco tiempo aquí, pero ya he tenido que cambiarlas con niño y perro...”.