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La interiorista Luisa Olazábal nos demuestra que una casa llena de arte puede ser muy acogedora

La interiorista Luisa Olazábal es la encargada de dar equilibrio al interior de esta casa en Madrid donde las paredes respiran arte contemporáneo.
La interiorista Luisa Olazbal demuestra que una casa llena de arte puede ser muy acogedora
© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia

Luisa Olazábal ha hecho de una mansión rústica y acogedora la caja perfecta para una colección de arte colorida y selecta, en el centro de Madrid. "El punto de partida siempre fue su colección de arte. Quería abrazarla con la casa, envolverla con algo acogedor sin que pareciese una galería”, cuenta la interiorista.

© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia

Sus dueños, una familia española residente en Londres, había ido atesorando durante 25 años obras de autores sobresalientes como Julian Opie, Howard Mehring o Daniel Canogar, que la interiorista se encargó de ubicar en esta vivienda de 600m2 y cinco pisos que ya venía con pedigrí: en los 70 había sido reformada por Pascua Ortega. “Tenía una base muy bonita, muy elegante, pero necesitaba una revisión a fondo así que hicimos una reforma casi integral”, señala. 

© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia

Le dio un nuevo aire con una renovada distribución a diferentes alturas con cuatro dormitorios, cocina, comedor, gimnasio, estudio, sala de televisión y varias salas de estar y conservó su grandeza manteniendo los suelos de madera de roble, las carpinterías, la escalera con barandilla de latón y añadiendo molduras como las originales. “Intenté usar siempre materiales naturales para contrarrestar la colección de arte tan contemporánea”, resalta Olazábal, que se rodeó de operarios de confianza para dar ese toque especial a muros, carpinterías y acabados de piedra. “La idea era siempre huir de lo industrial”, deja claro. 

© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia

La intención de Luisa Olazábal se ve en el hall, donde reina un suelo de adoquín de piedra caliza (“como de un antiguo patio de una casa de pueblo”) y las paredes son de revoco natural. “Hemos seguido el mismo camino con los textiles: no son sedas ni nada refinado, son algodones o linos con textura. Rústicos y cálidos”. En cuanto al mobiliario, ha mezclado piezas de su creación, algunas pensadas para resaltar las obras de arte, como las mesas del estudio que reflejan como un espejo la obra de Julian Opie, con muebles de los 60 o 70 de origen nórdico y español en los que prima la nobleza y, sobre todo, que construyan una vivienda acogedora. “Esta es la casa de una persona que colecciona piezas de buena calidad. Además del arte, todo el interiorismo es como si fuera otra colección que también funciona perfectamente”.

© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia
© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia
© Belén Imaz / Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia