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La selección española entrena para preparar los amistosos frente a Alemania y Argentina J. C HidalgoEFE

Rubiales dice tener votos suficientes para ser presidente de la Federación, pero no los hace públicos. Larrea usa justo la estrategia opuesta

Mientras Julen Lopetegui y sus jugadores comenzaron a trabajar el pasado martes, en el edificio que acoge las oficinas de la Federación, con vistas al campo principal, hay incertidumbre. Una institución gobernada durante más de 30 años por Ángel María Villar asiste con inquietud estos días al primer proceso electoral donde un aspirante externo, en este caso el ex presidente de la AFE, Luis Rubiales, tiene opciones reales de ser elegido presidente frente al candidato interno, Juan Luis Larrea.

En ese escenario, desconocido durante tres décadas, se ha desatado una guerra subterránea donde se mezclan las filtraciones interesadas, los rumores de origen incierto y las promesas de dudoso cumplimiento. Un juego de lealtades y traiciones alimentado por las singularidades del proceso: por ejemplo, los 139 asambleístas pueden avalar a los dos candidatos; por ejemplo: todavía no se sabe cuál será el sistema de votación el próximo día 9 de abril; y un último por ejemplo: nadie dice la verdad. Al menos, toda la verdad.

El triunfo es seguro con 69 votos

Larrea, hombre de confianza de Villar, tesorero desde 1988, presidente interino, comprueba estos días cómo no es capaz de asegurarse los 69 votos que le darían la presidencia. Y son 69 porque tres de los 139 miembros de la Asamblea (el seleccionador, Julen Lopetegui, y sus ayudantes, José Manuel Ochotorena y Pablo Sanz) no tienen intención de votar (de hecho no han avalado a ningún candidato). Así que la mitad más uno de esos 136 son 69. Según varias fuentes, Larrea está incluso meditando retirarse pues cuenta únicamente con unos 40 votos asegurados al 100%. Quién sabe si por estrategia o como última esperanza, algunas territoriales que sí van a apoyarle dan por hecho, lejos de los micrófonos, que tienen las elecciones perdidas.

Como era de esperar, el ex tesorero, que no tenía muchas ganas de presentarse a este proceso, está utilizando todo el aparato de Villar para intentar recabar apoyos. Como publicó hace unos días El Confidencial, todos los árbitros recibieron a finales de febrero un correo de su Comité Técnico pidiendo el aval para Larrea. De hecho, el presidente de los colegiados, Victoriano Sánchez Arminio, hombre fuerte de Villar en su momento y de Larrea ahora, tiene intención de invitar a comer a los árbitros con derecho a voto (11 en total, cuatro profesionales y siete no profesionales) el mismo día 9. Ahí, algunos de esos árbitros creen que recibirán un sobre cerrado con el voto dentro para asegurar que apoyan a Larrea. Del mismo modo, el guipuzcoano intenta asegurarse el voto de los empleados de la Federación.

Desde el otro lado, los mensajes también son confusos en esta estrategia de tinieblas. Sí parece claro que muchos de los asambleístas que van a votar a Rubiales han avalado también a Larrea para no sufrir presiones. El ex presidente de la AFE se centra precisamente en evitar presiones -de ahí que no haya hecho públicos muchos de los avales con los que cuenta-, en que no se celebren encuentros ligueros que cercenen el derecho de voto -está programado el Villarreal-Athletic así que, por ejemplo, De Marcos no podría votar- y en que además de máxima asistencia, haya voto secreto. Para ello, el lunes presentó una petición a la Comisión Electoral para que el voto sea electrónico. No hay respuesta aún.

Algunos clubes ignorarán a Tebas

El ex futbolista susurra que tiene el apoyo de 12 territoriales más todos los asambleístas madrileños a excepción de su presidente. Aunque no lo reconoce en público, está convencido de tener más de 85 votos asegurados, lo que le da un margen amplio para sentirse ganador. Un dato le avala: para presentar la moción de censura presentó 57 avales. Con poco más de una decena de apoyos extra lo tendría resuelto.

Luego están los clubes profesionales (20 votos). En teoría, apostarán en bloque por Larrea pues es el candidato de Javier Tebas. Pero hay un bloque de equipos que van a optar por el cambio, aunque, ¡sorpresa! no lo harán público por temor a represalias dentro de la LFP. Juan Luis Larrea, pues, apura estos días usando los resortes del poder a su alcance para tratar de asegurarse la elección, mientras Rubiales vela porque ese «uso de resortes» no traspase la fina línea que los separa de una presión poco ética. A día de hoy, la balanza parece claramente inclinada hacia el aspirante externo, que sin embargo no lo dice. Larrea, por su parte, es pesimista. Pero tampoco lo dice.