CASAS AD

La serenidad tiene formas minimalistas en esta casa de la Provenza francesa

La arquitecta Valérie Chomarat dice que su casa en el sur de Francia es un reflejo de ella misma: un paraíso natural enmarcado por líneas minimalistas.
salón con sof en L chimenea y sillón de madera clara
En el salón de la arquitecta Valérie Chomarat, un gran banco de piedra en forma de L con cojines de bouclé, junto a una silla de George Nakashima. Sobre la mesa de centro de madera quemada, jarrón de Kate Hume Design; a la izquierda, lámpara de Vico Magistretti.

Entre las calas de agua turquesa de la Provenza francesa y perfectamente integrada en el entorno, se encuentra la villa de líneas minimalistas de la arquitecta Valérie Chomarat. Es su paraíso (y su refugio) donde se evade y desconecta en vacaciones. Bandol es el pueblo donde ha pasado todos los veranos desde que era una niña; por eso, en cuanto se le presentó la oportunidad de comprar una casa allí, no lo dudó ni un segundo. 

Valérie Chomarat posa en las escaleras de su casa.

Al lado de la piscina, silla Safari de Kaare Klint y caja de madera de Dim-Sum.

El valor de lo esencial

"Aquí encuentro todo lo que me gusta, desde las vistas al horizonte hasta la serenidad y la sencillez del lugar. Veo un enorme vínculo con la obra de Hiroshi Sugimoto, al que admiro mucho", explica Valérie. Para ella, el arte y la arquitectura están entrelazados, un pensamiento que nace fruto de su aprendizaje junto al arquitecto británico John Pawson, quien le descubrió a genios como Donald Judd y lugares como Marfa o Naoshima. 

La búsqueda de la línea, de lo esencial, es lo que guía a día de hoy su trabajo. Para esta casa diseñó una extensión rectangular que acentuara las vistas y conectara con los exteriores, incluyendo una serie de aberturas a lo largo de toda la estructura que alcanzan esa linealidad que Valérie siempre quiere encontrar.

Frente al jardín, un rincón ideal para admirar las vistas. Alrededor de la mesa de centro, dos sillones PK22 de Poul Kjaerholm; lámpara trípode de BDDW y cortinas de lino de Pierre Frey.

La habitación cuenta con una abertura a una terraza con vistas al bosque de pinos y al mar.

La naturaleza manda

Y, cómo no, en el sur de Francia es imposible obviar la luz del sol. "Decidí mantener los pinos que hay alrededor para crear un ambiente más tenue en el interior, para jugar con los contrastes, sobre todo en el patio, que está bastante despejado, pero donde también hay un olivo en el centro que aporta luz indirecta al espacio". 

La elección de materiales naturales y colores neutros también contribuye a la serenidad del ambiente. En la fachada se ha optado por un tono ocre que recuerda a las rocas de Les Calanques, mientras que en el interior es la cal la que cubre paredes y techos. Hay pocos elementos, principalmente madera y piedra, pero están omnipresentes y trabajados en diferentes texturas. "Esta casa se parece a mí, describe lo que soy", concluye la arquitecta sobre lo que es, sin duda, el proyecto de su vida.

Artículo adaptado por Ángela González de AD Francia.

Al otro lado del salón, un mueble bajo de madera quemada en el que se encuentra una máscara de bronce de Robert Courtright y una obra de Bénédicte Vallet. En la pared, cuadro de Sadaharu Orio y lámpara de Apparatus.

En el comedor, el suelo está formado por grandes losas de piedra local y, a la derecha, hay un tabique acanalado de madera de nogal. Sobre la mesa ovalada descansa un par de candelabros de Jens Quistgaard; alrededor, sillas cuadradas de BDDW y lámpara colgante diseñada por Lindsey Adelman.

En la cocina, el suelo flameado y las encimeras cepilladas están hechas con piedra local; los armarios y la isla son de nogal. Los taburetes, diseño de Pierre Jeanneret.

En el despacho, los techos y el suelo son de cal, igual que la mesa. A su alrededor, silla de época de Marcel Gascoin y taburete de Pierre Jeanneret; lámpara en suspensión Akari E de Isamu Noguchi.

En uno de los exteriores, sobre la mesa de madera, figura de Bénédicte Vallet en cáñamo y porcelana y, colgado en la pared, un escudo de cuero Oromo, procedente de Etiopía.

En la piscina, el muro de piedra llega al tejado.

© Vincent Leroux

Ver más artículos