Todología

Un funeral como solución al suicidio

En Corea del Sur simulan tu propia muerte, desde la nota de despedida al ataúd, como terapia de choque.

A finales del siglo XX, el escritor y filósofo rumano Emil Cioran reflexionó sobre la idea del suicidio, una realidad que, según él, no podemos ignorar porque sólo así se puede entender la vida y la existencia. O al menos, intentarlo. «Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado», dijo entonces. Y es que al igual que la felicidad no se puede entender sin la tristeza, es imposible comprender la vida sin la muerte. Eso es así.

De esta forma, enfrentándose a la muerte para encontrar el sentido de la vida, pretenden reducir en Corea del Sur la tasa de suicidio de su población (29,1 casos por cada 100.000 habitantes, según la OCDE), una de las más altas del mundo. En este país la competitividad laboral y académica es tan extrema, que son muchas las víctimas de casos agudos de estrés y depresión.

El centro de curación Hyowon se encarga de preparar sus propios funerales virtuales a los trabajadores de algunas empresas. Se visten con túnicas blancas, visualizan vídeos de personas que han tenido que hacer frente a duras adversidades, se sientan, escriben cartas de despedida a sus seres queridos. Y, finalmente, lloran y se meten en un ataúd de madera. Tumbados, abrazan una foto de ellos mismos y un ángel de la muerte los encierra durante unos minutos para que reflexionen en la oscuridad.

Una macabra y excéntrica experiencia, cercana a la terapia de choque, con la que pretenden ayudar a los surcoreanos a hacer frente a sus propios problemas y a «aceptarlos como parte de sus vidas», según explica en la BBC Jeong Yong-mun, director del centro de curación. Después de salir del ataúd, el propio Yong-mun se encarga de pronunciar un discurso paulocoelhista para animarlos a que «luchen y sigan adelante tras sentir la muerte».

Aun así, es complicado saber qué saca cada paciente de esta experiencia. Para el surcoreano Cho Yong-tae, por ejemplo, fue algo positivo, pues tras salir del ataúd declaró a la propia BBC que se había dado cuenta de que debía cambiar de estilo de vida.

El doctor Jordi Blanch, presidente de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental, explica que en el suicidio intervienen muchas variables. «Hay que ser precavidos porque prevenir el suicidio es muy complejo. Aunque todas las posibles medidas son bienvenidas, no hay que utilizar sólo una de ellas». Añade, además, que cada persona «es una realidad», por lo que no todo el mundo responderá de la misma forma a este tipo de experiencias.

Lucas Giner, médico especialista en Psiquiatría y profesor de la Universidad de Sevilla, explica que enfrentarse a cómo sería la vida del resto tras la muerte de uno mismo es algo que se utiliza a veces en casos de riesgo de suicidio. «Se debe intervenir sobre las falsas creencias de que la familia estaría mejor sin ellos o sobre otros pensamientos infundados», especifica. A pesar de que las terapias de choque han caído en desuso, Giner explica que el problema de los suicidios se tiene que tratar con programas preventivos y estos no son universales. Es decir, que «a algunas personas les puede servir y a otras no».

De momento, en Corea del Sur continuarán con la premisa de Cioran: reflexionar sobre la idea del suicidio para llevar a primer plano el tema de la vida.

5 Comentarios

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En España se suicidan 10 personas al día desde hace años...Salió en este medio hace unos días...Aún no lo he visto en ninguna televisión ni oido por radio...El suicidio en España es la causa de muerte no natural más numerosa, más que los accidentes de tráfico..Sobre todo debido a "la crisis" que está durando excesivamente para beneficio de muchas empresas y políticos.

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El suicidio es un tema tabú. Pero hay que recordar que 2.800 personas se suicidan todos los días, y 10.000 lo intentan. En los últimos 50 años han aumentado un 60%. Algo estamos haciendo mal.

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Una cosa es simular la muerte, que se parecerá tanto que no se distingue y otra es meterse en una caja de madera conscientemente, durante un tiempo conocido.