LITERATURA

Inauguración

¿Quién se atreve a abrir una librería en 2016?

Javier Santillán posa en el interior de la librería Gadir. ANTONIO HEREDIA

Cuando traspasamos la puerta de ese lugar que responde al nombre librería podemos encontrarnos dos tipos de personajes: el vendedor y el librero. Librero, pero bien podría ser experto, amigo, profesor o padre. Da igual. Lo importante es su capacidad para entrar en conexión con el lector. Gadir, la nueva librería que ha abierto en Madrid Javier Santillán, con el nombre de la editorial que fundó en 2004, nace con la idea de ser librería y no sólo tienda de libros. Javier Santillán, el editor que rompió con su anterior vida de economista en el Banco de España, atiende tras el mostrador a EL MUNDO con la idea de transmitir un nuevo concepto de librería que sea capaz de llegar a todos. Ya lo decía Roberto Bolaño, en La Librera (Anagrama), "todos tenemos la librería que nos merecemos, salvo los que no tienen ninguna".

En la Plaza Niño Jesus de Madrid, Javier Santillán ha encontrado un hueco especial, uno en el que el tiempo pasa más rápido de los habitual. ¿El motivo? Su fuerte vinculación al deseo del cliente. Hoy, su labor no es la de mero gestor, sino la de convertir en especiales los momentos que la gente viva acompañados por alguno de los libros que ha recomendado. ¿Difícil? Puede ser, pero lo tiene bien planteado. "Lo fundamental es seducir a los lectores y para eso hacen falta buenos libreros", apunta Santillán, "porque nuestra labor es como la de los farmacéuticos: prescribimos, en nuestro caso libros, para saciar necesidades".

Después de 12 años al frente de la editorial, llegó el momento de plasmar todas las inquietudes literarias en este espacio, fruto de la buena respuesta que ha recibido siempre de parte del público. Esto es amor, del verdadero. Pues pocos abandonan un puesto de economista en el Banco de España para dedicarse a esta pasión, más cuando el negocio brilla por sus altibajos continuos: "Hoy tendemos mucho a compartimentar el conocimiento y eso es muy artificial. Por eso quise montar todo esto. Es una forma de redescubrir joyas olvidadas y lo mejor es que los lectores vuelvan agradecidos por la recomendación y pidan más".

La cercanía, el tacto y las personalizadas recomendaciones son su puesta en escena, y el conocimiento, su mejor cara. Para Santillán esto solo es posible si se cuenta con un fondo editorial amplio y curtido . No se mueven por modas, sino por calidad. "Construirlo es una cosa muy costosa y valiosa. Es un patrimonio cultural que ponemos a disposición de todo el mundo", comenta mientras señala la oferta existente en la librería, que va desde clásicos del siglo XX hasta literatura de viajes, pasando por ficción, novela negra o teatro. Pero si algo resulta de especial atención es su amplia colección de literatura infantil y juvenil, pero no como cualquier otra. Son clásicos, infantiles e ilustrados, unas ediciones que bien podrían ser objeto de colección o de uso en los colegios.

De entre esas referencias, por razones más o menos obvias, la literatura sajona siempre ha tenido buena acogida entre el público español, al igual que la francesa por su influencia en el siglo XIX. Sin embargo, la italiana ha sido más minoritaria, de ahí su apuesta por este tipo de literatura. "En España e Italia pasa una cosa muy similar", dice mientras señala un ejemplar de La divina comedia, "y es que allí es muy poco conocida la literatura española, y aquí lo mismo, pero con la italiana. Así que quisimos dar cabida a grandes clásicos que tendrían que ser más conocidos".

Con estas intenciones pretenden marcar la diferencia dentro de un sector que aumenta sus pérdidas año tras año, provocando el cierre continuo de las librerías. "Vivimos un momento de transición y supervivencia. Estamos asimilando el shock de la crisis económica, tanto la general como la del sector", comenta a la vez que vislumbra cierta esperanza: "Hay que acercarse a los lectores y conquistarles y eso solo se puede conseguir reinventándonos cada día y trabajando".

El objetivo está claro, pero los medios se tambalean cuando se habla del "amplio" concepto de cultura: "Muchas cosas pueden serlo, lo que pasa es que no conviene trivializar la cultura porque sirve para sacar lo mejor de nosotros mismos". En estos tiempos de globalización y nuevas tecnologías es justo reivindicar la figura del librero profesional, consejero y cercano. Un hueco que, cada día, es más difícil de ocupar y que Javier Santillán quiere volver a implantar como forma de reivindicar la buena literatura. Porque no es nada fácil ser librero.

3 Comentarios

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A mí me encantaría si tuviera los medios, pero no en mi barrio, donde solo triunfan los bares,ja,ja,ja!. Sería una librería papelería cafetería. Bueno, mañana despertaré de mi sueño. Buenas noches.

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Ya es difícil abrir hoy día una librería y tener éxito, entre que la gente no tiene tiempo para leer (lo ocupa en otros menesteres como redes sociales, videojuegos, pokemon etc.) y que sale más barato el tener un libro electrónico si eres un lector asiduo, o conseguirlos en una biblioteca, poca gente está por la labor de comprar libros cuando estos superan de media los 20 euros.

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Llenela de Pokemon y tendrá exito