Matutes, padre e hijo, hablan de negocios y mucho más

Abel Matutes Juan y Abel Matutes Prats, en el Ayre Gran Hotel Colón...

Abel Matutes Juan y Abel Matutes Prats, en el Ayre Gran Hotel Colón de Madrid, que forma parte del grupo.

Comparten un nombre y un apellido ligado al mundo de la empresa y la política. En este 'careo' entre padre e hijo hablan de su relación, de la sucesión en el grupo, de su chat familiar en WhatsApp e incluso de lo que nunca se dijeron.

Abel Matutes Juan (Ibiza, 1941) fuma con la misma contundencia con la que habla. Lo sabe bien su hijo, Abel Matutes Prats (Barcelona, 1977), acostumbrado a que la voz de su padre siente cátedra. Hoy les ponemos el altavoz a la vez y no se escuchan grandes interferencias: comparten la visión empresarial e interactúan con naturalidad y con diálogos que no estaban en el guión. Eso sí, en el metraje de este episodio el padre acumula más minutos. Con todos ustedes: los Matutes.

- ¿Se parecen mucho?

Hijo: Mi padre es más constante y metódico, mientras que yo busco más la diferenciación por la época que he vivido.

Padre: La diferencia es que yo partí de cero y él ha hecho una aportación importante marcando objetivos ambiciosos y tomando decisiones. Mi hijo no está tanto en los detalles como yo, delega mucho, y siempre le digo que las batallas se pierden por un detalle que se ha descuidado.

- ¿Son los Matutes tan fieros como les pintan?

Padre: Los dos tenemos mucho amor propio y no solemos amilanarnos al iniciar un proyecto.

Hijo: Somos fríos, pero tenemos carácter cuando hay que sacarlo. Si no, estás perdido.

- ¿Y seguirán manteniendo en el futuro el carácter familiar?

Padre: Lo mantendremos. Teniendo solidez financiera, ¿para qué cotizar? Siempre hemos situado a la familia por delante de todo.

Hijo: Nunca digas de este agua no beberé, pero ahora no. Los dos tenemos claro el concepto de largo plazo y no queremos estar sujetos al dividendo y al cortoplacismo.

- ¿La sucesión definitiva es un tema a corto o largo plazo?

Padre: A pesar de lo mucho que he delegado en mis cuatro hijos (tres chicas y Abel), tengo la sensación de que trabajo más que antes por todas las iniciativas que ponen en marcha y porque el grupo se ha diversificado mucho. Me considero responsable y no puedo dejar de preocuparme por más que delego. Ahora viajo menos y hablo más de una vez al día con Abel cuando no estamos en la misma ciudad. Además, el cambio generacional no sólo se ha producido en la cúspide y esto lo ha hecho muy bien mi hijo.

- ¿Han hablado de los inconvenientes de trabajar con la familia?

Hijo: Nunca se lo he dicho a él, pero veo una desventaja: es muy difícil desligar empresa y familia. En las comidas familiares se acaba hablando de cosas del grupo y pierdes la relación que tenías con tu padre antes de trabajar en la compañía. Le recuerdo como alguien cariñoso que no hablaba en casa de las frustraciones o los problemas de la empresa.

- Ya que se están sincerando, ¿tiene el padre algo que decir?

Padre: Te confesaré que hubo un momento en el que temí que toda la obra de mi vida se disolviera. Antes del relevo generacional en la compañía, mis coetáneos consideraban que la idea que proponía Abel con Ushuaïa (uno de los conceptos más exitosos de Palladium Hotel Group) era arriesgada e inasumible. Tras tres varapalos en el consejo, vino un día y me dijo: "Papá, yo no estoy aquí para ser funcionario. Tengo mis propias ideas, pero como chocan con la filosofía de algunos, me gustaría establecerme por mi cuenta". Mi reflexión fue que era mejor asumir riesgos y dejarle hacer, así que le eché un capotazo y propuse al consejo lo siguiente: si nos tenemos que pegar una castaña, que nos coja a los mayores al mando. Al final fue un éxito y estamos a punto de replicarlo fuera de España (será en Cancún en 2019).

- ¿No sería un órdago?

Hijo: No, lo hubiera cumplido porque soy obstinado y sé diferenciar muy bien la empresa de la familia. No hubiera afectado a la relación con mi padre.

- ¿Cuánto pesa el legado?

Hijo: Es un orgullo ser hijo de Abel Matutes Juan, pero no quiero ser un vividor de lo que otros han hecho. Tengo que dejarle a mis cuatro hijos más de lo que he recibido. Y eso no significa que les vaya a inculcar que tengan responsabilidades empresariales; quiero que elijan libremente y sean felices y buenos en lo que hagan. El negocio no es una obligación.

- Tenemos dos abeles, pero nos falta un Caín. ¿Le dan el papel a Airbnb?

Padre: En Ibiza hay 80.000 plazas regladas y 50.000 no legales en pisos. Hay que ponerle coto al turismo que no aporta nada para no desprestigiar la marca España.

- No siempre padre e hijo estarán de acuerdo...

Hijo: Discutimos pocas cosas fundamentales, pero en alguna discrepancia le he agradecido que no hubiera cedido. Los años previos a la crisis, yo estaba frustrado porque no crecíamos al ritmo de la competencia y pensaba que éramos los más tontos, pero mi padre avisaba de que venían tiempos difíciles y que debíamos estar preparados. En otras situaciones, suele ceder, pero primero dice "no" para que le argumentes.

Padre: Hay que tener un abogado del diablo en la empresa.

- ¿Y en la política también?

Padre: En la política veo nubarrones y un problema generalizado que me preocupa. El nivel medio del político en mi época quizá era superior al actual. A Abel le gustaba la política pero se lo prohibí y eso que tenía capacidad para ello. Un día, siendo ministro de Exteriores, estoy afeitándome en el baño con la radio encendida y oigo una llamada de un oyente para comentar un tema político de actualidad. La voz me sonaba, así que fui al despacho y me encontré a mi hijo colgado del teléfono.

- ¿Ahora se cuelgan mucho del 'smartphone' para usar las redes sociales?

Padre: Yo sólo estoy en el WhatsApp de la family.

Hijo: Mi cuenta privada la utilizo poco y para dar mis opiniones como ciudadano. Quizás tendría que ser más prudente.

- Los dos tienen profesiones frustradas: uno como futbolista y el otro como piloto de F1.

Hijo: Me acuerdo de que mi padre me construyó una pista de karts en el jardín de la casa de Ibiza y con dos años ya hacía trompos.

Padre: A mí, a los 20 años mi madre me dijo que dejara el fútbol -jugó como profesional en el Espanyol-, que hacía falta en las empresas. En cualquier caso, no me imaginaba estar jugando hasta los 30 años.

Hijo: Tampoco era tu idea estar 30 años en política y estuviste 23...

Padre: Es verdad. Esto pasa mucho en la vida: que te enredas tú, enredas a otros... y luego no es fácil desembarazarse, pero ya he aprendido. ¿Sabes cuál es mi secreto? Ya no acepto cenas.

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