Hacía mucho tiempo que Cristiano Ronaldo no acababa una temporada así. El plan de rotaciones diseñado para él por Zinedine Zidane está dando sus frutos. Cristiano afronta el final de la campaña 16-17 en plenitud de condiciones físicas. En disposición de jugar los cuatro partidos que restan, tres finales por la Liga y la de la máxima competición continental, ante la Juventus, el 3 de junio.
De hecho, ese es el plan. Cristiano debería jugar los tres partidos de Liga que restan al Madrid, empezando por el de esta noche ante el Sevilla. Zidane no tiene dudas de que su jugador franquicia ha llegado a este final de temporada en la mejor condición posible. Lejos quedan los recuerdos de un Cristiano visiblemente mermado en las finales de la Champions de Lisboa (2014) o Milán (2016), en las que Ronaldo estuvo muy lejos de su mejor nivel. Todo indica que eso no se repetirá en el sprint final del presente curso. Cristiano ha rotado más que nunca, lo que le ha permitido explotar como goleador en las dos complicadísimas eliminatorias de Champions ante Bayern y Atlético.
Quiere hacer historia
Si en el plano físico nos encontramos ante un Cristiano pletórico, en el anímico y mental el jugador de Madeira se encuentra al mismo nivel. Por primera vez desde que milita en el Madrid puede hacer un doblete Liga-Champions, un hito que se resiste al Madrid desde 1958. Cristiano es consciente de la importancia que la conquista de ambos títulos tendría para el madridismo. Ve la posibilidad de coronarse en ambos, los más importantes de la temporada, como una oportunidad más de seguir haciendo historia en el Real Madrid.
La ambición del luso se mantiene intacta. No se conforma con haber situado el récord de máximo goleador en la historia del club en cotas inimaginables antes de su llegada a Chamartín. Y ve en el doblete una gran ocasión de seguir aumentando su leyenda.