"No hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en la desgracia", escribió Dante Alighieri. En el horror del terremoto de magnitud 6,2 de Italia, tectónicos recuerdos... Cuando despejaron los escombros de su vida, Andrea y Graziella Tucci, matrimonio joven, estaban juntos. Sujetaban a sus dos hijos, de ocho años de edad uno, ocho meses el otro. Murieron todos, abrazados todos, en Accumoli, intentado darse calor humano. Giorgia Rinaldo, cuatro años, pasó 17 horas sepultada. A su lado, Giulia, su hermana mayor, rodeándola con sus extremidades superiores, convirtiéndose en coraza de carne y hueso. La supervivencia y la muerte de dos angélicos de Pescara del Tronto. La escena la vieron los bomberos que rescataron a Giorgia excavando con sus propias manos. El primero que la sacó, lleno de sudor y polvo, la apretó contra su pecho. Ojos enrojecidos, mirando al vacío de un horizonte destruido. A Paola y Fabricio Rascelli Trabalza los encontraron dentro de los restos de lo que fue su refugio en Amatrice, epicentro del dolor. El matrimonio recorrió dos centenares de kilómetros para pasar el verano allí donde todo se derrumbó. Los rescatadores la encontraron a ella sujetándolo a él. Todos los testigos iniciáticos de estas escenas lloraron. El mundo entero conmovido. Por estos abrazos hasta el fin del destino.
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