Cultura

Andrés Suárez: de tocar en el metro de Madrid a llenar pabellones

El cantautor cierra su gira internacional con un gran show en Madrid

La primera vez que Andrés Suárez tocó en el metro de Madrid no ganó más dinero de lo que le había costado el billete. Llegó a la capital después de cantar en todos los antros de Santiago, Vigo y su Ferrol natal, y no tenía nada que perder: «O eso creía. Me importaba todo tres cojones. No tenía miedo ni respeto por el mundo», cuenta en una de las mil frases que suelta en cada respuesta.

Entendible en alguien que se ha convertido en uno de los cantautores con más futuro (y presente) del país. Pocos llenan Vistalegre con voz y guitarra como él en 2015. Y pocos hacen doblete abarrotando también el Barclaycard Center: lo hará el 4 de noviembre en el fin de gira de Mi pequeña historia, más de una década después de pisar Madrid por primera vez: «Yo soy de aldea y flipaba con Madrid. Me generaba mucha ansiedad. Recibía más multas que monedas, pero el metro me marcó. Y volvería de cabeza porque no sé dónde voy a estar dentro de unos años».

Entiendo que inspira más Galicia que Madrid.
A mí sí. Presumo de Galicia. Mi Instagram está repleto de Galicia porque es un orgullo y un honor haber nacido allí. Y dar envidia al mundo... En Galicia tenemos todo. El interior, la costa... yo no puedo presumir de nada en la vida pero sí de viajar, porque forma parte de mi trabajo. Cada día estoy en una ciudad y no he visto nada como Galicia.
¿Qué fue Madrid para ti?
A mí la ciudad me pilló tarde y de una manera abrupta y sorprendente porque yo no había venido nunca a Madrid y empecé a cantar en el metro sin saber lo que era el metro, haciendo trasbordos, saliendo a la calle y volviendo a entrar con la guitarra, recibiendo más multas que monedas. Eso fue Madrid para mí. Y ver atascos, y ver cuatro carriles para un lado... yo nunca había vivido eso. Al principio tenía muchos problemas de nervios, de ansiedad, de insomnio... no sabía de qué venían y entendí con el tiempo que nunca había estado más de siete días sin ver el mar.
¿Por qué Madrid?
Sentía que había tocado un poco techo en Galicia, no artísticamente pero sí en el espacio. Por aquel entonces los políticos no habían apagado Santiago y se podía cantar. Pero había tocado en todos los bares de Santiago, creo que en 80. Había conocido a todos los hosteleros, había tocado con los músicos que solían frecuentar allí. En Ferrol lo mismo: había cinco bares y había tocado en todos. Llegó un momento que dije "vale, y ahora qué". Tenía ganas de conocer mundo nuevo, de comerme el mundo. No le tuve miedo a nada. No dormía por las noches. No paré quieto nunca. Me metía en pensiones, salía, me ponía a tocar en la calle, todo el día borracho en el bar con una libertad vital y sexual increíble, absoluta. Eso era para mí Madrid. Me encantó el metro, me flipó. Veía un mundo bajo el mundo. Gente corriendo, gente que se enfadaba, otros que parecía que follaban contra la pared... y veía aquello y todo era nuevo para mí. Me flipó la experiencia, volvería al metro de cabeza. Yo no sé dentro de unos años dónde voy a estar, pero de cabeza.

Ir a un concierto de Suárez es juntarse con adolescentes, treintañeros y (casi) abuelos. Ha conseguido que sus canciones gusten por igual a todos los públicos a pesar de considerarse y venderse como cantautor. «Yo he llegado a escuchar a gente del mundo de la industria y del marketing musical decir 'nunca digas que eres cantautor. Véndete como autor de obras'. Yo me cagaba en todo y les mandaba a la mierda», se enfada.

¿Y en Sudamérica?
Cuando voy a Sudamérica, cuando aterrizas en el DF, te están hablando de Víctor Manuel como un Dios. De Serrat como un Dios, de Sabina... Es un endiosamiento, una idolatración, un respeto máximo. Es un amor a la literatura cantada de este país. Los amigos que ya tengo allí me cuentan los estadios que llenan y porqué, porque aman la palabra. Latinoamérica está salvada porque ama la palabra. Creo que aquí se le perdió el respeto. Es acojonante lo que hemos hecho. Creo que, incluso en lo social, le debemos mucho al cantautor de este país. Hay gente que se la ha jugado, se ha tenido que ir, y nosotros lo tenemos muy fácil. Ellos le echaron un par de huevos y se la jugaron. No sé por qué es y ése es el motivo por el que yo lo reivindico. A mí me gusta la canción de autor, pero me gusta el folk, el jazz, el blues, el rock, el rock duro, me gusta el hip hop, me gusta Nach, Tote King, me gusta un montón de música. Pero degradar el concepto cantautor me parece tan ofensivo...

Mi pequeña historia es su sexto disco y su segunda gran gira. Antes fue Moraima, álbum que le catapultó al panorama nacional e internacional y que le enganchó a una gira de tres años por España, Latinoamérica y Centroamérica. Un álbum de desamor, oscuro y que escribió en medio de una depresión: «Un sector de mi público está deseando que lo deje con mi chica, que esté fatal, en depresión y que vuelva a estar llorando y encerrado en un primero de Lavapiés para hacer Moraima 2». ¿Y por qué no hacer Moraima 2?. «Yo nunca he perseguido el dinero porque la peña te ve el plumero enseguida. Tratar al público de imbécil puede ser el fin de tu carrera».

El tráiler del concierto se titula Del metro al Palacio, digno resumen de la carrera de este gallego -«más gallego que persona»-, que no ha hecho más que empezar.

1 Comentario

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Sentimiento, poesía, chorro de voz y hablar con su guitarra , ese es Andres Suárez , ¡ grande desde sus inicios¡ ¡ me consta¡